Actitudes hacia la autoestima: Aceptación



Aceptación significa tomar o dar la bienvenida a algo. Aceptar, entonces, requiere que nosotros podamos ver claramente y con entera conciencia aquello que es bueno y aquello que no lo es, aquello que nos da alegría y aquello que nos genera dolor. Y comprender que la vida se compone en parte de cosas buenas y en parte de cosas malas, de tal modo que aprendemos a vivir sin generar una batalla por cada situación en la que nos encontramos.

Aún estando en desacuerdo, la aceptación nos permite decir "ok, las cosas no son como creo que deben ser pero esto es lo que hay y sobre esto debo actuar". Es la apertura de una puerta hacia la acción. Y una vez que podemos ver con claridad la situación, entonces ya podemos considerarnos libres para decidir qué hacer al respecto, es decir si actuar de manera constructiva o si dejamos que las cosas fluyan siguiendo su propio curso, de manera pasiva. Cualquiera de las dos opciones requiere aceptación para poder ser llevada a cabo


Cuando nosotros aceptamos un huésped en nuestro hogar, generalmente lo recibimos con gran placer sin intentar cambiar su forma de ser. De lo contrario no lo habríamos invitado. De igual modo, cuando nosotros nos aceptamos a nosotros mismos, podemos hacer una analogía con el recibimiento a nuestro huésped, podríamos decir que nosotros somos huéspedes de nosotros mismos y como tal podemos recibir una cálida bienvenida tal como lo hacemos a otras personas cuando nos visitan.

Reconocemos así que no somos seres perfectos. de esta manera aceptamos nuestras circunstancias y nuestro YO tal cual es en este momento y a partir de esta situación podemos comenzar a actuar para mejorar nuestras habilidades.

Más aún, la aceptación significa que no solo nos estamos aceptando a nosotros mismos sino también al mundo en el cual nosotros estamos inmersos, tal como es. Es decir que pase la situación que pase, sea de angustia, de felicidad, de vergüenza, de ira, de soledad, podemos decirnos a nosotros mismos "ok, esta es la situación actual. No la negaré, me puede gustar o disgustar, pero reconozco que este es el terreno en el que estoy pisando ahora." Solo así, podemos comenzar una verdadera etapa de cambio o de disfrute de lo ya obtenido.

Por otro lado, cabe destacar que la aceptación no quiere decir que debemos tomar un papel totalmente pasivo con respecto a la realidad. Una cosa es aceptar que la situación es de tal forma y otra es resignarse porque sí. Solo significa que estaremos viendo la vida tal cual se presenta, sin influir en nuestros juicios de ningún modo para tratar de obtener una fotografía del momento.

La experiencia del hombre indica que cuando el mal que nos aqueja es externo a nuestra esfera de actuación tendemos a evadirlo. Pensemos por ejemplo en una fiesta muy ruidosa en la casa del vecino, muchas personas optarán por salir a dar una vuelta y regresar cuando termine la fiesta o bien para cuando queden menos horas de la misma.

Sin embargo, cuando el dolor surge dentro de nosotros mismos, evadirlo suele ser contraproducente. Pero hay que distinguir bien cual es el panorama de los problemas. En algunos casos es mejor afrontarlos directamente y en otros es mejor simplemente dejarlos fluir porque se sabe que van a terminar en un período de tiempo adecuado. Sin embargo en ambos casos la persona es consciente de que el problema está ahí, puede identificarlo y saber qué existe. La manera de actuar para generar una respuesta a ese problema muchas veces es mejor consultarla con un especialista. Pues en algunos casos, como el ataque de pánico, enfrentar a la persona a su miedo de manera salvaje y brutal solo va a conseguir resentir más su dolor interno. Hay que ser cautelosos en la elección de nuestras acciones.

Por ende, no hay que evadir los problemas. El primer paso para poder desarrollar una respuesta adecuada es reconocer, aceptar que la situación es tal como es. Luego la respuesta se irá desarrollando de manera particular para cada situación.

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