Actitudes hacia la autoestima: No prejuzgar

Cuando nosotros imaginamos a un niño jugando, por lo general traemos a nuestra mente un jovencito sin inhibición haciendo de las suyas y divirtiendose de manera inocente. Luego, ese mismo niño va creciendo en un ámbito determinado, moldeado por muchas reglas algunas impuestas y otras convenidas por su familia. Posteriormente adquiere la capacidad de volverse juez y el desarrollo de este proceso culmina en un adulto que realiza juicios de cada cosa y culmina por experiencia o sin experiencia en la fabricación de prejuicios.

¿Alguna vez te has puesto a pensar que frecuentemente nosotros los "ya no niños" realizamos juicios gratuitos? ¿Alguna vez te has puesto a pensar qué poco frecuente es que nos divirtamos sin inhibición e inocentemente? ¿Y qué decimos cuando pensamos en hacerlo? ¿No asaltan nuestra mente pensamientos como ' no, haré el ridículo en frente de todos ', ' no, en esto siempre fallo' , ' no, porque fulano es más listo en esto que yo y me compararán ', 'nunca voy a conseguirlo' ?

Pero pensemos por un momento, si yo quiero avanzar. ¿Qué me es más beneficioso? ¿Justificar y brindarme automisericordia o motivarme a pesar de los obstáculos? Sí, lo sé, suena fácil decirlo y es arduo ponerlo en práctica. Pero ese sentimiento arduo dura minutos quizá horas, y luego desaparece para dar lugar a nuestro desarrollo personal.

Lo importante es no darle verdadera identidad a esos pensamientos, no darle una verdadera validez. No generar un juicio previo de manera gratuita. Saber distinguir aquellas situaciones en las que no queremos hacer algo porque incluye un real peligro contra nuestro ser de aquellas situaciones en las cuales lo que evitamos es solo sentir ese comezón en la nuca porque no hicimos las cosas como queríamos que salgan. Realmente, ese comezón en la nuca, esa sensación de estómago vacío o ese enrojecimiento pasajero de nuestras mejillas que llamamos vergüenza, es también un ingrediente para el éxito. Nadie nace sabiendo o siendo un maestro, se consigue eso gracias a la práctica y a la constancia. Con lo cual todos tenemos derecho a desarrollar nuestras habilidades.

A su vez, si esos sentimiento son muy fuertes. La visita a un terapeuta puede ayudarnos. Pero también debemos practicar, podemos hacerlo con cosas o situaciones pequeñas e ir subiendo la intensidad de a poco. A veces, solo basta no prestar atención a esos sentimientos, apagar esas voces maliciosas o miedosas y liberarnos para poder notar nuestra existencia, lo que está sucediendo y nuestra respuesta a ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario