Nuestro primer ladrillo hacia la autoestima sana

Nuestro valor incondicional como seres humanos. Ya hemos nacido, nos hemos desarrollado. Somo humanos, podemos leer, podemos correr, vivir, comer, sentir. Pensamos, vivimos, caminamos, hablamos, nos encontramos, lloramos, queremos, bebemos, saltamos, expresamos, reprimimos, buscamos, etc.

Sí, tenemos todos los valores y requisitos necesarios para entrar en esta categoría. Porque todos los humanos somos personas y con eso decimos que tenemos un valor inmedible, enormemente grande e intrínseco como persona. Pues, en definitiva tenemos todas las potencialidades en nuestro ser.
Esto no está determinado bajo ningún concepto por factores externos a nosotros, por eso en este concepto nada importa si no nos tratan bien, o si hemos tomado decisiones equivocadas o si tenemos mucho o poco dinero. Pues no, esos factores externos no atenúan ni aumentan este valor

Por lo tanto, podemos hablar que es un valor autosustentable e intrínseco que por mucho esfuerzo que hagamos por negar, seguirá estando allí. ha venido con nosotros como cualquier rasgo de nacimiento.
Y es contrario al mensaje cotidiano, intrínseco y escondido que lleva en sí muchas situaciones sociales actuales, donde se tiende a emponderar a personas exitosas en ciertas disciplinas, solo por haberse destacado en ellas, elevándolas o incluso venerándolas/idolatrándolas.

La autoestima sana sabe que la idolatría no es compatible con el concepto de que todos somos igualmente valiosos en este plano terrenal. Pero hay que aceptar que de algún modo queremos agasajar a aquellas personas que se han destacado en algún u otro aspecto. Por este motivo respetamos a un Presidente o Soberano, por este mismo motivo aplaudimos a un músico al terminar de tocar su instrumento, por este motivo expresamos nuestra admiración por algún deportista, etc.

Esto no es una contradicción en sí misma, es solo muestras de respeto/admiración que pasan por otro lado del aspecto social. Acá lo importante es remarcar, que todos estos individuos, admirado y admirador, en el fondo tienen el mismo valor y merecen felicidad y respeto como ser humano.

En ese sentido tanto gente con sana autoestima como gente que no la tiene, buscan progresar en sus carreras, sueños, metas. Pero eso nada tiene que ver con sentirse valioso como ser humano. Es decir, nuestro valor como personas sigue ahí, intacto, hagas lo que hagas y será el mismo que el del vecino por más exitoso que seamos. Ambos merecemos respeto como tal y ambos buscamos la felicidad.

Este pensamiento puede llegar a ser una gran fuente de luz, en momentos oscuros donde todo parece estar en contra de nosotros. Pero tranquilos, que somos los únicos que pasan ni pasaron momentos semejantes. Todos tenemos en nuestra historia de vida al menos una situación en la que podamos relacionar con esta idea de "el mundo contra nosotros" y sin embargo, todo sigue, la vida cambia y el problema encuentra un desenlace que culmina en la solución.


No hay comentarios:

Publicar un comentario